EDUCAS, FORMAS O DOMESTICAS A TUS HIJOS
«Eduquen a los niños y no será
necesario castigar a los hombres.» Esta
frase de Pitágoras encuadra perfectamente uno de los grandes problemas que debemos
afrontar como sociedad: la educación de los seres humanos. No sólo la educación
entendida como aprendizaje de conocimientos, sino como formación de la persona
a nivel integral.
Uno de esas noches que no tienes sueño, que buscas en la televisión
algo que te llame la atención y como no lo encuentras, inicias a cambiar de canal, hasta que de
repente llamó poderosamente mi atención la conferencia impartida de por el padre
Ángel Espinoza de los Monteros, L.C., titulada «¿Educas y formas, o sólo domesticas?”.
El padre resaltó algunos puntos centrales sobre la educación y formación de los
hijos.
Sería demasiado ambicioso
pretender ofrecerles un resumen del contenido, pues es demasiado rico. Sólo
quiero resaltar algunos aspectos de reflexión que puedan ayudarnos en esta
tarea.
Lo primero es aclarar que no
podemos reducir la formación de los hijos a su domesticación. Existen niños
“perfectos” superficialmente: educados, elegantes, respetuosos. Pero sin una
formación profunda, que garantice que su aspecto exterior no se quede sólo en
eso.
Educar es enseñar para la vida,
no para la escuela o para el propio grupo social. El verdadero reto del
educador es entusiasmar al joven con los más altos ideales y valores humanos,
que lo eleven por encima de los instintos desordenados que oprimen la propia
libertad.
Esto no se hace por arte de
magia. Hace falta la presencia constante, cercana y, las más de las veces,
sacrificada de los padres. En la edad del crecimiento, los niños necesitan
adultos capaces de proponer con su ejemplo los principios y valores. Personas
que sepan enseñar con la vida, antes que con las palabras, a gastarse por altos
ideales. Y no hay nadie mejor en esto que los propios padres.
Hoy vemos en el mundo una
tendencia generalizada por la cual los papás quieren dejar la responsabilidad
de la educación y formación de los hijos en manos de otros, sobre todo en los
colegios. No quieren “desgastar” su autoridad. Prefieren dar “sólo amor”. Y se
olvidan de que el verdadero amor es exigente, pues desea que el amado logre ser
la mejor versión de sí mismo. No caigamos en ese error. Los responsables
finales de la educación de los hijos son los propios padres.
El padre Ángel desarrolló un
elenco de los siete campos de formación que los padres deben considerar para
educar a sus hijos y, por ende, en los cuales hay que enfocarse. Comento sólo algunos.
Es indispensable la formación de
la inteligencia, entendida como la capacidad de pensar críticamente. La
juventud es la edad contestataria por excelencia.
Los jóvenes necesitan y buscan
con ahínco la verdad. No tengamos miedo de pedir y de darles razones. No menos
necesaria es la formación de la conciencia moral, cuya norma de oro es la
siguiente: hay que hacer el bien y evitar el mal. Los papás deben enseñar con
su ejemplo todo esto, evitando mentiras o arbitrariedades. Además, es fundamental
que en la casa existan límites. No hay nada
más dañino para la propia conciencia que no tener fronteras claras que no se
pueden traspasar.
Más de nada servirá todo esto si
no se forma también la voluntad. ¿Les permites a tus hijos todos sus caprichos?
¿Tienen una responsabilidad que cumplir en la casa, adecuada a su edad?
Para formar la voluntad no hay
mejor medicina que exigirles que terminen todo lo que empiezan. ¡Obra
comenzada, obra terminada!
El conferencista habló también de
la formación espiritual, la educación del corazón, de los sentimientos y del
carácter. Dando, además, ocho medios prácticos y fáciles de aplicar.
Interesante el articulo sobre todo por la diferenciación de los términos, una gran aportación para los padres.
ResponderBorrarMUY BONITO TU ARTICULO
ResponderBorrarel amar a los hijos no significa darles todo a manos llenas también tienen que ganarselo
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